Vivir el silencio...
- Un eremita
- 5 mar 2024
- 2 Min. de lectura
Un hombre, nunca puede dejar de lado su origen divino, sus raíces celestes, su patria eterna. La razón de su vida va más allá de lo que pueda imaginar a través de la gran superficialidad que tiende a envolver la vida de los seres humanos.
El encuentro del hombre con Dios, es todo un peregrinar en la ruta de la vida, una vida llena de sorpresas, de errores, de dichas, de momentos lejanos y perdidos en la inmensidad del alma, que muere muy lentamente cuando la ausencia del Creador se hace más abundante que la dicha incomparable de tenerlo aferrado en la vida.
La soledad del ser, hace que el hombre se dirija por caminos equivocados; que se entregue en los brazos del hedonismo, de la insensatez, del egocentrismo, de la creencia en que el Crucificado no es indispensable y, por eso, deja de lado la oración, el ayuno, la caridad, el silencio; este último, la más necesaria virtud, junto con la humildad, de todo aquel cristiano que ansía fervorosamente ese encuentro cara a cara con el Hombre aferrado en el árbol de la cruz.
Este blog ha nacido con el fin de llevar un poco de las gracias que Dios, desde el silencio, puede otorgar a quienes humildemente estén dispuestos a abrir su corazón y entregárselo a Él por completo.
No podemos olvidar las palabras de San Ignacio de Loyola en el Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales "El hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor, y mediante esto, salvar su alma. Las otras cosas sobre la faz de la tierra han sido creadas para el hombre, para que le ayuden a conseguir el fin para el que ha sido creado".

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